Vivimos en el mundo de internet de las cosas. Cada vez son más los dispositivos conectados a internet para hacernos la vida más fácil y mejorar nuestra experiencia.
Día a día lo vemos. Cada vez más dispositivos se conectan a Internet. Atrás quedó la época en la que Internet era solo para los ordenadores. Hoy podemos encontrar hasta zapatillas deportivas o bombillas que se conectan a Internet. Cada vez son más, los objetos cotidianos que se conectan a Internet. Pero ¿para qué? ¿Con qué objetivo?
Internet de las cosas o IoT (por sus siglas) es un concepto o un nombre que se le ha dado a una realidad, en la que una gran cantidad de objetos o cosas viven interconectadas entre sí, y además se conectan a Internet y en cierta medida, a las personas. De este modo se consigue capturar información a tiempo real para por ejemplo, hacer recomendaciones, generar acciones automatizadas (si hace sol, automáticamente se baja la persiana), y en definitiva aumentar la eficiencia y la experiencia de las personas.
Este concepto surgió como tal, en el año 1999. Fue propuesto por Kevin Asthon, quien defendía que hasta el momento toda la información de la que disponía Internet, las bases de datos y los ordenadores había sido creada por las personas. Es decir, toda la información que había en la red existía porque alguien la había tecleado, había pulsado un botón o había tomado una fotografía. Kevin propuso la necesidad de tener ordenadores que pudieran saber todo lo que necesitan saber a través de las cosas. De este modo los ordenadores recogerían la información que necesitan de estas cosas. El objetivo era claro. Las personas, tienen un tiempo limitado para alimentar la información que necesitan las redes. Además muchas veces nos equivocamos, lo que se traduce en pérdida. Él defendía y con mucha razón, que automatizar de esta manera la recogida de la información, supondría ahorro de tiempo para las personas. Y no solo de tiempo, también económico. Al tener más información y actualizada a tiempo real se podrían tomar mejores decisiones.
¿Cómo funciona el internet de las cosas?
Los dispositivos se pueden conectar directamente a internet a través de nuestro router. O se pueden conectar entre ellos, en una conexión denominada máquina a máquina. De este modo los dispositivos se comunican entre ellos utilizando algún tipo de conectividad: WIFI, bluetooth, radio, cable, etc….
Muchas marcas que ofrecen dispositivos para casa, utilizan una tecnología denominada ZigBee. En este caso existe un nodo intermedio que se conecta directamente al router. El resto de elementos que instales en tu casa como bombillas, estores o persianas se conectarán a este dispositivo central para comunicarse.
Otros dispositivos tienen instalado un chip Wifi que les permite conectarse directamente a Internet.
El internet de las cosas en casa
En cierta medida el Internet de las cosas ya se puede implantar en nuestros hogares. Son muchos los aparatos de uso cotidiano en casa que ahora se pueden conectar a Internet.
Desde hace bastante tiempo podemos comprar bombillas o tiras led que se conectan a Internet y las podemos controlar desde el móvil. A simple vista, estas bombillas presentan dos ventajas. La primera, muchas veces nos pasa, que no tenemos el interruptor de la luz en el lugar más cómodo de la habitación. Al poder controlar las bombillas con tu móvil o con tu voz podrás apagarlas, encenderlas y hasta cambiar el color sin tener que moverte.
Otra ventaja se da cuando no estamos en casa. Si queremos dar sensación de que la casa está habitada , podemos encender y apagar las luces a nuestro antojo desde cualquier lugar en el que tengamos una conexión a Internet.
Otro elemento muy útil son los termostatos que se conectan a Internet. Te permiten ver en todo momento a que temperatura esta tu hogar. Y así elegir encender la calefacción, por ejemplo 40 minutos antes de la hora a la que sabes que vas a llegar a casa. Para que cuando llegues ya tengas la casa calentita. Además estos dispositivos registran en todo momento, la temperatura de tu hogar. De este modo puedes ver cuanto tiempo tarda tu hogar en calentarse y cuanto en enfriarse una vez apagada la calefacción o cuando abres las ventanas. De este modo, con toda esta información puedes crear rutinas que te ayuden a ahorrar.
Además con el cambio tarifario eléctrico implantado en España hace poco, esta tecnología nos puede ayudar a ahorrar dinero sin tener que levantarnos a las 00:00 a realizar todas las tareas.
Por ejemplo existen lavadoras que puedes conectar a internet y desde la app puedes elegir cuando quieres que empiece el programa de limpieza. De este modo puedes elegir conectarla cuando la luz es más barata o activar el programa cuando no estás en casa, así cuando llegues solo tendrás que colgar la colada y te habrás librado de escuchar el maldito ruido del centrifugado.
Al igual que lavadoras puedes encontrar lavavajillas, secadoras, robots de cocina, ollas programables y otros muchos aparatos que pueden ser controlados desde Internet mediante su app. Y aquí encontramos otra ventaja de los elementos que conectamos a Internet y es que su uso se simplifica muchísimo. Las aplicaciones son muy intuitivas, más que el librito de instrucciones. Ya no tendrás que hacer un máster para sabes qué programa de la lavadora usar.
El IoT en el ámbito personal y de la salud
En el ámbito personal también podemos encontrar miles de objetos que se conectan a Internet. Así recogen información sobre nuestra salud como puede ser nuestro peso con una báscula conectada; nuestro pulso, pasos, kilómetros andando, kcal quemadas, mediante un smartwatch o una pulsera de actividad.
Hoy en día podemos encontrar hasta zapatillas deportivas que se conectan a nuestro móvil para enviar información sobre el número de pasos que damos, a qué velocidad hemos andado o hecho ejercicio.
Y poco a poco esta tecnología se ha ido implantando en dispositivos enfocados a la salud, como tensiómetros o medidores de azúcar para diabéticos que envían la medición directamente a la base de datos del paciente y que además mediante una aplicación le da las pautas al paciente. También existen audífonos, que se pueden regular de forma remota, para evitar que sus usuarios tengan que ir continuamente a los centros médicos.
Actualmente el internet de las cosas en la salud tiene mucho recorrido para andar. Pero es importante saber que hay dispositivos wereables que están recabando de manera continua y automáticamente información. Encima estos datos que recogen, se transmiten al momento. La información recopilada puede enviarse al móvil o ordenador del paciente, o al propio médico, o se puede enviar a un familiar o a un sistema de teleasistencia, enviando una alerta si se detectan niveles alarmantes.
Por ejemplo, algunos smartwatches son capaces de detectar caídas analizando los movimientos del acelerómetro y del giroscopio. Si el dispositivo no detecta movimiento en los siguientes 60 segundos a la caída, emite una señal de alerta con la ubicación. Esto puede ser muy útil en personas dependientes que viven solas.
Las ciudades inteligentes
Poco a poco todos los elementos que conocemos de una ciudad se van conectando a internet. Y si nos fijamos cada vez nuestras ciudades se van llenando de más sensores que están conectados a internet y envían continuamente información a tiempo real.
La mayoría de las ciudades cuentan ya con un alumbrado inteligente. Y no nos referimos solamente a que se hayan cambiado a farolas led. En muchas ciudades se han instalado sensores de luminosidad, para que las nuevas farolas ajusten su intensidad a las condiciones de luz que hay en un instante concreto.
También muchas ciudades han instalado sensores de humedad en sus jardines. De este modo el riego se activa solo cuando la tierra está verdaderamente seca. Como os podéis imaginar esto supone un ahorro importante de agua.
En el transporte público también podemos ver el internet de las cosas. Sobre todo en la red de autobuses, que actualmente te dice el tiempo restante para que llegue un autobús concreto a la parada. Esto gracias a la señales GPS y al envío de la localización del autobús al sistema de gestión de autobuses.
En un futuro podremos encontrarnos con contenedores de basura conectados, o el estacionamiento inteligente que te dice a tiempo real los huecos libres en la calle.